domingo, 12 de febrero de 2012

Capitulo 10 “La puerta al infierno” Parte 1

Narra Bill
Elizabeth aun estando enferma parece que sus ojos son  la fuente de donde proviene toda la belleza del mundo, su cabello luce enmarañado y sus labios están resecos, pero aun sus ojos me miran llenos de vida, con incertidumbre y temor, tienen un brillo inexplicable a la vez… llego la hora de que sepa la verdad que marcara su destino en sangre...
-¿Bill?- Me sacudió por los hombros poniendo toda la energía que le quedaba en eso, me había quedado mirándola por minutos que solo a mi me parecieron segundos, ella estaba sentada en la cama.- ¿En qué piensas?
No iba a decirle que quería guardar lo más posible de su esencia en mí, pronto ya no habría nada.
- Quizás sea mejor que hablemos mañana…- Me agache y quedamos frente a frente, de inmediato llevo su mentón a mi hombro y largo un suspiro, su rostro quedo detrás de mi campo visual frente a una ventana cubierta por cortinas color caoba que se movían lentamente por el viento.- Te haría bien dormir.
Las débiles manos de Liz recorrieron mi pecho, lo que me hizo estremecerme, hasta llegar a mis hombros, se abrazo fuertemente de mi como si su vida dependiera de ello.- ¿Sabes?- Ella soltó una risita que me contagio a mi también.- Puedo ver una luz… alrededor de las personas…
Ella pareció notar que me puse tenso, Liz podía ver  la llama de luz, el aura, en todas las personas es diferente según lo dañada que este su alma, pero entre ángeles y demonios no puede ser vista por humanos a no ser que… les quede muy poco tiempo.
-En este momento estoy viendo tu luz, Bill.- Se hundió aun mas en nuestro abrazo.-Tu aura, es la más hermosa de todas…
Finalmente me atreví a rodearla con mis brazos, mis alas querían desplegarse aunque sin moverme de su exquisito abrazo.- ¿Cómo es la mía?- Le dije.
-Es diferente a todas la demás.- Su voz empezó a debilitarse.- Es más grande que todas, tiene todos los colores violetas y alrededor se vuelve dorada… me hace sentir bien.- Alzo su mano intentando atrapar algo invisible en el aire.- Pero no puedo tocarla… quisiera tocarla…
Cerró sus ojos y la tome entre mis brazos, mejor sería dejarla dormir y buscar una pronta cura para su enfermedad, es arriesgado pero ya sé dónde encontrarla, en el infierno. Aunque ya nada sirve, cuando Tom beso a Liz supe que la perdí, no importa tenga que morir impediré que el infierno venza.
La deje suavemente entre las cobijas de su cama para que descansara, pero tomo de mi chaqueta y jalo, sus ojos estaban más abiertos, absortos en el reflejo de las cortinas detrás de mí, un trueno resonó entre las ventanas dejando entrar una luz violeta que reflejo mis alas como sombra.
-Bill…- Jalo aun mas de mi.- ¿Qué… que… eres?
- Elizabeth…- El reflejo desapareció.
- Por favor, dime Bill.- Sus ojos se cristalizaron pero aun mostraban un intenso deseo.- Confía en mí.
- Soy un ángel caído.
Narra Tom
Ese simple roce de labios causo mi perdición, tan delicados y tan tentadores, esta a pasos de ser completamente mía, mi Elizabeth, sus labios míos, mi infierno suyo.
Deje que ese imbécil de Bill se la llevara, al menos el si la cuidaría, ya que según Adam teníamos un asusto importante que atender, nada puede ser más importante que Elizabeth… quiero decir la daga. Por suerte antes de que se fueran pude ver la marca en su brazo, está casi completa, ningún doctor podrá ayudarla así que no me preocupa, ni el inservible angelito podrá borrarla, pues bien, no tiene idea como.
Salimos del instituto, ese lugar lleno de ratas, si no fuera por Liz. Adam estaba muy extraño, bueno más de lo normal, se notaba una sonrisa en su rostro, no cualquier sonrisa, como si tramara algo.
-¿A dónde es eso tan urgente que tenemos que hacer?- Le pregunte ya que hizo parar un taxi.
- Oh… Thomas… enserio no debiste.- Le dio un golpe al conductor del taxi, un señor regordete que en un solo toque quedo reducido a una masa sin forma que se convirtió en cenizas. Me estaba  asustando, los ojos de Adam estaban tan negros que parecía que ya no los tenía, me obligo a entrar en el asiento del copiloto mientras el manejaba esquivando hábilmente a los conductores desconcertados por la velocidad de “nuestro” taxi.
- Hey! Conduce con cuidado. No queremos… - Intente distraerlo para bajar del taxi en movimiento, me dañaría un poco pero me repondría en segundos, no pude porque toque la manilla y estaba caliente, luego puso seguros a las 4 puertas.-… Llamar la atención.
Opte por dejarlo conducir sin decir palabra, ya que Adam es uno de los cuatro jinetes, una de las mayores inmundicias del infierno, es posible que este medio desquiciado.
- ¿Conoces las reglas del infierno?- Me pregunto de la nada y se detuvo de golpe frente a un destartalado cementerio, parecía no haber sido abierto hace años ya que la pintura de lapidas y paredes se descascaraba y tenían grietas.
- Si, nunca te revelas contra Lucifer.- Recordé. Adam bajo del vehículo y camino hasta las desgastadas rejas del cementerio que se abrieron sin siquiera tocarlas.- Nunca te enamoras de un humano…
También baje y lo seguí, al fondo vi una gran puerta de metal con protecciones anti demoniacas, transmitía vibraciones desde debajo de la tierra e incluso se escuchaban lamentos y gritos, algo amargo se puso en mi garganta, una puerta al infierno que podía significar solo una cosa.

-¿Recuerdas la tercera regla?- Me dijo burlonamente mientras se acercaba a abrir y desatar mi propio infierno. Adam debió haberme delatado con Lucifer por… creer… que me enamore de Elizabeth, infringí la regla más importante, y la mayor condena para un demonio, dentro del portal al infierno esta lo que llamamos “La Redención” para nosotros, la tortura.
- …Nunca traicionas a un hermano.
- Que bien, porque ¿sabes?- Tomo ambas manillas y la puerta se abrió dejando salir millones de sombras, almas caídas y demonios.- Nunca te considere un hermano.

Luego salieron tantas sombras que todo se fue a negro, solo veía el fuego, algo magnético me arrojo dentro y sentí como las llamas del infierno quemaban toda mi piel.
Narra Liz.
-Eres… ¿mi ángel?
- Si… estoy aquí para cuidarte Liz, para velar cada noche tus sueños y proteger cada día tu camino.
¿Qué es lo que estoy escuchando? Bill… es un ángel. Antes ni siquiera podría tomarlo en serio, pero últimamente he estado viendo cosas que no creí posibles, en este mismo momento mi habitación está rodeada de oscuras sombras, se mueven por todo el techo, están impregnadas en el aire con ese olor a azufre del que ya me acostumbre, algunas tienen forma humana y se acercan a Bill pero no logran perforar su luz alrededor de su cuerpo, es tan magnífica, sus colores las desvanecen, junto con todos mis miedos. Veo en sus cálidos ojos que lo que dice es verdad, tienen un brillo que me hace perderme, olvidar el horrible dolor en mi muñeca, esta marca que quema entre mis venas y se hace cada vez más profunda como si calara incluso mi alma.
-… ¿Elizabeth?- Hubo un silencio, ya no podía mas algo extraño me estaba consumiendo, Bill se sentó junto a mí y llevo su mano a mi frente.- Otra vez tienes fiebre.- Asentí sin dejar de mirar sus ojos, deslizo con suavidad los dedos hasta mi brazo y cuando toco la marca en mi muñeca ardió al contacto.
- Auch…- La quito, creo a él también le dolió porque quemo sus dedos.
- Perdón…- Dijo y luego suspiro con pesadez.- ¿No me crees cierto?
- Si te creo.- Oh no, me invadieron las nauseas nuevamente, sentí la sangre llegar hasta el borde de mi garganta pero luego Bill tomo mi mano con fuerza y repentinamente me sentí algo mejor.- ¿Porque me está pasando esto?
- Fuiste infectada por ese mald… -Se puso tenso.- Alguien, digo, muchas personas, quieren hacerte daño Liz.
Una gota de sudor frio recorrió mi frente.- ¿Quiénes? ¿Qué son?
-El que te hizo esto.- Señalo mi muñeca y empezó a arder de inmediato.- Tendrás que averiguarlo por ti misma, escucha, no puedo interferir, esto es muy delicado…
- Bill.- Estaba a punto de derrumbarme, odio no entender de lo que está hablando y sentirme tan vulnerable.- ¿Por qué quieren dañarme?
- Porque… Elizabeth eres la portadora de la lanza del destino, el arma que equilibra la paz entre el cielo y el infierno…
- …
- Se que suena como tonterías.- Dijo entre risas torpes y nerviosas al ver mi rostro sin expresión alguna.- pero si buscas en ti, tus recuerdos y los más profundo de tu alma, sabrás que lo que te digo es cierto, eres tú.
Me quede sin palabras, era mucha información para procesar estando tan enferma, con una extraña marca fundiéndose en mi piel que pudo haber salido de quien sabe dónde, con un ángel en mi habitación confesándome una verdad que no recuerdo. El rostro de Bill lucia expectante ante alguna reacción, manteniéndose paciente a mis movimientos, alguna mueca o gesto pero nada, estaba en shock. Finalmente me deje caer entre mis almohadas, solo queda asentir y asumir que las palabras que salen de sus… irresistibles labios, son ciertas.
Una parte de mi lo sabe.
-Ángel…- Me miro esbozando una perfecta sonrisa, de esas que iluminan una habitación llena de sombras.- ¿Podría ver tus alas?
Narra Tom
Caí de bruces a un lugar plagado de oscuridad. Todo estaba en completo silencio, eleve la vista pero del portal ya solo se veía una pequeña luz haciéndose más invisible cada vez. Sin embargo el magnetismo infernal no había desaparecido, es esa fuerza que arrastra almas caídas al confinamiento del infierno, pero no en este rincón desierto, que nunca había visto.
 No veía a quien, solo oía voces susurrando el nombre de Elizabeth, luego un grito desgarrador, era su voz, sus gritos… ¿cómo no reconocerla? La estaban torturando por mi culpa. Corrí entre la densa oscuridad buscándola, ya la tienen por descuidarme, por enamorarme… no claro que no, eso no puede suceder nunca. Soy un hijo de Lucifer y no siento más que asco por cada ser en la tierra, son pedazos de carne descomponiéndose. Pero yo debo ser el que la posea, por eso seguí buscándola ya que el grito de mi Elizabeth nunca se desvanecía.
Luego el piso se volvió una masa cada vez más blanda de un material caliente como lava, seguía sin ver nada y ese líquido me consumía la piel obligándome a dejar la forma humana.
El grito se convirtió en quejidos que se hicieron cada vez más débiles, luego todo era silencio otra vez.
-Liz… no…- El corazón me dolía, se sentía apretado.- No, no, no, no… ¿Hay alguien ahí?
-¿A quién buscas, tú, porquería?-
- Padre…- Solo oí su voz y ya lo sabía, el infierno seguía en negro como si estuviera ciego, un látigo ardiendo me azoto provocándome caer.- ¿Por… por… que… estoy aquí, Lucifer?
-Por la redención, hijo mío.- Otro latigazo esta vez más doloroso.- Me has traicionado.
Casi no podía hablar por el dolor.- ¿Dónde… esta… ella?
-Ella está bien, esta en casa con su angelito besándose apasionadamente ¿sabes?- Una súbita furia me hizo hervir la sangre.- Ella podría estar aquí ahora mismo…- Otro latigazo en directo en mi pecho.- ¡SI NO FUERA PORQUE ERES UN ESTUPIDO DEMONIO ENAMORADO DE LA PORTADORA DE LA LANZA!
Lo sabía, ese bastardo de Adam lo hare pagar, si saliera con vida de este lugar, luego de una eternidad de latigazos, algunos incluso perforaban atravesando mi corazón, ya no podía mas, esto es lo que llaman Redención… ¿Cree que me rendiré a Liz? Sigo sin ver pero siento el líquido que corre por mi cuerpo, la sangre inundando el frio metal que cubre el piso, todo por ella, todo el tormento y solo quiero estar con Liz justo ahora y besarla como si el infierno fuese a enfriarse.
-Como si ella fuera a enamorarse de ti…- Mi tráquea se vio rodeada por una mano que presiono arrojándome contra una pared que desprendía un liquido nauseabundo a la vez que frio, era muy frio.- No eres más que la sombra de tu hermano William.- Me soltó de golpe pero ya no me quedaban fuerzas para luchar.- Te queda solo una oportunidad Thomas.
- Si… señor- El magnetismo hizo su reaparición y arrastro mi moribundo cuerpo hasta la superficie otra vez. Cuando abrí los ojos seguía oscuro pero se sentía el olor a flores mojadas del cementerio, estaba lloviendo.
En el tiempo que me tomo reponerme, observe mi piel, brazos incluso estomago, cubiertos de cicatrices oscuras y llagas cerrándose pero que no se borrarían, marcas que me recordarían el castigo por amar tanto a Elizabeth.
Narra Liz.
Bill desprendió sus alas, se elevaron hacia el cielo y entre la luz que entraba por la ventana se filtraba entre plumas y las hacía ver brillantes con fragmentos dorados atravesando su iridiscente magnitud. Sus bordes terminaban en delicadas puntas casi invisibles que se batían con suavidad como el aleteo de una mariposa.
Mi corazón latió con fuerza, nunca había visto algo tan perfecto además de su sonrisa. La imagen de Tom se paso por mi mente, sus tentadores labios y lo bien que me hace sentir, ese toque perverso que tiene a veces. Pero luego Bill estaba aquí revelándome su secreto, Bill era un ángel caído, por mi culpa. El solo pensar en eso me revolvió algo dentro, di una vista rápida a mi muñeca y la marca seguía ahí.
Me sostuvo la mirada preguntándose qué pasaba por mi mente pero luego ya no podía pensar en nada más que el dolor sobrenatural en mi cuerpo, creo que me queda poco, ya no sé hasta cuando pueda soportar.
-Mi pequeño ángel.- Me dijo inclinándose junto a mí, quito algunos mechones de cabello de mi cara, sus alas aun estaban desplegadas pero fueron contrayéndose lentamente hasta desaparecer dejándonos en oscuridad.- La lanza fue tallada por los ángeles en una esmeralda desprendida de la frente de Lucifer en el momento de su caída… en el infierno está confinado a una prisión que se abre con esa llave.- Suspiro.- Tú eres la portadora por lo tanto tienes que elegir… cielo o infierno.
Cielo… infierno… cielo… si esta Bill en el cielo… Mis ojos ya no daban más pero no quería dejar de verlo, con suavidad me arropo entre las cobijas y sonrió haciéndome olvidar todo lo que hablamos esta noche. Pero yo bien se que no hay nada que olvidar y este es solo el comienzo.
-Pero eso será mañana, pasado.- Dijo y se sentó a los pies de mi cama.- O en muchos años mas… estarás bien.
-¿Bill...?
-¿uhmm...?
-¿Te puedo hacer una pregunta?
-La ultima y a dormir
-¿Porque yo...?
-Porque así es el destino, nadie lo controla pero siempre es como tiene que ser.
- ¿Tú estabas destinado a caer…?
- Eso creo…- Su voz era nostálgica, sonaba triste.
 -A veces sueño que me llevas y volamos, lejos, muy lejos de aquí…
Antes de cerrar los ojos oí su risita nerviosa, sus alas abriéndose paso, en ese momento no fue necesario un beso de despedida, nada más que su luz inundando mi oscuridad elevándose hacia el cielo desde la ventana, desapareció al paso de los segundos junto con todas las sombras… por fin, es hora de dormir.
Narra Bill.
Quizás así tenía que ser, tenía que caer y conocerla, salvarla y perderla nuevamente. Sé que mañana me odiara como siempre, o puede que solo tenga miedo de mi… no importa, Salí de su habitación, ahora queda buscar la cura para su enfermedad.
Me vi envuelto cada vez más el olor a azufre y los gritos de las almas caídas clamando por piedad, a medida que me adentro en el infierno, la única oportunidad de que Liz sobreviva.
-… resiste una noches más, solo una noches más…

Continuara…

Hey chicas :3 perdon por el retraso de mil años D: esto creo que lo compensa, capitulo de dos partes!! :D
Les queriamos pedir 5 comentarios u_u ya que a veces pensamos que no les gusta la fic por eso no comentan  mucho :c cada comentario es otra gotita de inspiracion a nuestras cabezas xD anyway gracias a Adriana♥Maria por comentar todos los capitulos y por seguirnos :') y a las chicas que comentan siempre y las seguidoras muchas gracias. 
Eso, nos vemos pronto con la segunda parte C:

Atte. E.A.

pd: Ahora estamos subiendo la fic aqui ---> http://tokiohotelficcion.es/viewstory.php?sid=2628 por si alguien tiene cuenta en tokio hotel ficcion :P

2 comentarios:

  1. WAAA!!! Me encanto el cap.!! Espero y suban pronto. ya quiero ver la segunda parte.

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  2. esta muy buena la fic, no nos gusta, no encanta:3

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Gracias por comentar

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